

La Obligación de la Iglesia a la Participación Política Activa


La Obligación de la Iglesia a la Participación Política Activa: Una Defensa Teológica e Histórica
Introducción: La cuestión de la Iglesia en la plaza pública
La tensión entre fe y política es tan antigua como la misma Iglesia. ¿Debe la Iglesia permanecer como un santuario de devoción privada, intocable por las turbulencias de la vida política? ¿O su identidad misma la impulsa a entrar en la plaza pública, confrontando la injusticia y moldeando la sociedad? Este capítulo sostiene lo segundo: la Iglesia no sólo tiene el derecho, sino la obligación de participar activamente en la política.
Esta afirmación descansa sobre tres pilares:
- El ejemplo de Jesús, quien confrontó las instituciones político-religiosas de su tiempo.
- El testimonio de la Iglesia primitiva, que encarnó una comunidad contra-política.
- El mandato teológico, enraizado en el Reino de Dios y en la tradición profética.
I. Jesús y las instituciones políticas de su tiempo
1. El Sanedrín como autoridad político-espiritual
El Sanedrín no era un cuerpo puramente religioso. Josefo lo describe como un consejo gobernante con poder judicial y administrativo (Antigüedades 20.200). Regulaba la ley, el comercio y el orden público. Confrontar al Sanedrín, por tanto, era confrontar tanto la autoridad espiritual como la política.
2. La confrontación profética de Jesús
- La purificación del Templo (Mc 11:15–18): No fue un acto simbólico de piedad, sino un desafío directo a un sistema económico que explotaba a los pobres bajo el disfraz de la religión.
- Su juicio: Jesús fue acusado no sólo de blasfemia, sino también de sedición. La inscripción en la cruz—“Rey de los judíos”—era un cargo político (Jn 19:19–22).
- Su enseñanza: “Dad al César lo que es del César” (Mc 12:17) suele malinterpretarse como un llamado al quietismo político. En realidad, relativiza la autoridad de César al afirmar que la lealtad última pertenece a Dios.
El ministerio de Jesús fue, por tanto, inherentemente político—no en el sentido de maniobras partidistas, sino en la proclamación de un Reino que subvertía los poderes injustos.
II. La Iglesia primitiva como testigo político
1. La desobediencia apostólica
La negativa de los apóstoles a obedecer al Sanedrín (Hch 5:29) fue un acto político de desobediencia civil. Su lealtad a Cristo como Kyrios contradecía directamente el culto imperial, donde César era aclamado como Kyrios.
2. La Iglesia como contra-polis
El término ekklesia provenía de las asambleas políticas de las ciudades-estado griegas. Los primeros cristianos adoptaron deliberadamente este término para describirse como una nueva comunidad política. Como argumenta John Howard Yoder en The Politics of Jesus (1972), la Iglesia no era apolítica, sino una polis alternativa que encarnaba un nuevo orden social.
3. El testimonio del martirio
Los mártires no fueron ejecutados por creencias privadas, sino por una desobediencia pública a la autoridad imperial. Sus muertes fueron declaraciones políticas: “Jesús es Señor, y César no lo es.”
III. Fundamentos teológicos de la obligación política
1. El Reino de Dios como realidad pública
El basileia tou theou no es una espiritualidad privada e interior, sino una visión integral de justicia, paz y verdad. El sermón inaugural de Jesús (Lc 4:18–19) anuncia liberación para los oprimidos, en eco con la visión profética de Isaías.
2. La Iglesia como sal y luz
La sal preserva contra la corrupción; la luz expone las tinieblas. Ambas metáforas (Mt 5:13–16) implican influencia pública. Una Iglesia que se retira de la política traiciona su vocación.
3. La tradición profética
Desde el clamor de Amós—“Corra el juicio como las aguas” (Am 5:24)—hasta el llamado de Isaías a “defender al huérfano” (Is 1:17), los profetas se dirigieron constantemente a reyes y naciones. La Iglesia hereda este manto profético.
IV. Testimonio histórico de la Iglesia en la política
1. Agustín y las dos ciudades
En La ciudad de Dios, Agustín distingue entre la ciudad terrena (amor de sí) y la ciudad celestial (amor de Dios). Sin embargo, insiste en que los cristianos deben trabajar por la justicia en la ciudad terrena, aun cuando su ciudadanía última esté en el cielo.
2. Compromiso medieval y reformador
- La cristiandad medieval a menudo confundió Iglesia y Estado, corrompiendo a ambos. Sin embargo, también produjo movimientos de reforma y justicia.
- Los reformadores, aunque cautelosos con la dominación clerical, insistieron en que la fe debía moldear la vida pública. Calvino, por ejemplo, concibió Ginebra como una comunidad gobernada por principios bíblicos.
3. Ejemplos modernos
- William Wilberforce y la abolición de la trata de esclavos.
- Dietrich Bonhoeffer, quien resistió la tiranía nazi.
- Martin Luther King Jr., cuyo activismo por los derechos civiles fue explícitamente teológico.
Estos ejemplos demuestran que, cuando la Iglesia se compromete fielmente en la política, puede transformar sociedades enteras.
V. Respondiendo a las objeciones
Objeción 1: “La política corrompe a la Iglesia.”
Es cierto que el poder puede corromper. Pero la retirada garantiza la irrelevancia. La solución no es el retraimiento, sino el compromiso fiel, guiado por la Escritura y la humildad.
Objeción 2: “La Iglesia debe permanecer neutral.”
La neutralidad es en sí misma una postura política, que a menudo favorece el statu quo. El silencio frente a la injusticia es complicidad.
Objeción 3: “El Evangelio es espiritual, no político.”
El Evangelio es ambas cosas. Proclama reconciliación con Dios y justicia para los oprimidos. Separar ambas dimensiones es mutilar el mensaje de Cristo.
Conclusión: La obligación profética de la Iglesia
La Iglesia no es un club privado de consuelo espiritual, sino un testigo público del Reino de Dios. Jesús confrontó al Sanedrín, los apóstoles desafiaron a las autoridades injustas, y los profetas denunciaron a los reyes corruptos. La Iglesia de hoy hereda esta obligación.
Retirarse de la política es abandonar la plaza pública a poderes que se oponen a los propósitos de Dios. Comprometerse fielmente es continuar la misión de Cristo de verdad, justicia y reconciliación.
Bibliografía
- Agustín. La ciudad de Dios.
- Bonhoeffer, Dietrich. Ética.
- Cone, James H. Dios de los oprimidos. Orbis, 1975.
- Josefo. Antigüedades de los judíos.
- Wright, N. T. Pablo: Una biografía. HarperOne, 2018.
- Yoder, John Howard. La política de Jesús. Eerdmans, 1972.